A principios del siglo XX, el nuevo ferrocarril del valle del Vouga trajo la modernidad a la parroquia. Cedrim mereció la construcción de un apeadero ferroviario. El apeadero ferroviario de Cedrim es una parada obligatoria del Ecopista. El tren solía pasar a las 6h, 10h, 14h30, 17h y 19h, pero era el tren de las 17h el que causaba mayor revuelo, ya que traía y llevaba el correo. En aquella época, el correo era muy valioso, porque para mucha gente era la única forma de comunicarse con parientes que vivían en otros lugares.
Uno de los vagones tenía una ranura para depositar cartas, y así se volcaban en papel los anhelos de la familia, los secretos de los amantes y tantas otras emociones, que luego se llevaba el tren de vapor.
El edificio aún se conserva en buen estado, al igual que la fachada de un antiguo almacén donde se guardaba cemento, carbón y otras mercancías. También evocador de los tiempos en que el tren de vapor llegaba hasta aquí, envuelto en sus nubes de humo, es un tramo de la propia línea ahora conservado como monumento, que fue retirado de un pontón que existía para que el tren pasara por encima de la carretera a la altura de Fontelas. Aunque ya no existe, queda el recuerdo de un gran depósito de agua junto a la línea, conectado a un depósito en lo alto de la cuesta, que reponía el agua para el tren detenido en el andén.